(Originalmente publicado el 21 de noviembre del 2020)
Hace unas semanas debimos haber hablado del hallazgo de la mujer cazadora de Ilave, una mujer encontrada en una tumba de aproximadamente 9000 años de antigüedad al lado de varias herramientas para cazar camélidos sudamericanos (vicuñas, tarugas, etc.). La investigación de la universidad de California, Los Angeles, también dio cuenta que esta era la tumba número 11 de 26 tumbas de supuestos cazadores del Neolítico americano (desde Alaska a Tierra del Fuego).
Sin embargo, en el interino tuvimos una nueva crisis. ¿O fue solamente la manifestación de una crisis pre-existente? Este año señalamos en algún momento que la COVID-19 era la principal crisis política, y que desde allí habría que leer los acontecimientos que ocurrieran. En el Perú esta crisis política arrastró a las instituciones, al tejido social, a los principales actores políticos a tal nivel, que el nuestro es uno de los países con más muertos sobre el total de su población en el mundo. Los muertos totales provocados directa o indirectamente por la COVID-19, sobre la proyección de muertos "normales", se calcula alrededor de los 85,000.
El virus no solamente nos envió a todos a nuestras casas, sino también impulsó cambios a nivel de las instituciones de salud, actores que comenzaron a moverse alrededor del cómo convivir (o combatir, para usar una figura recurrente) con él. Los actores y lobbys económicos entraron en guerra con el virus, en la medida que no pudieron comprender que la salud también es economía, que un muerto, una familia que carga con un muerto en su haber, una persona que se ha curado de la COVID, no va a producir tanto como antes (lo que a esos actores les interesa, finalmente). La sociedad de minería todo el tiempo aparecía en medios diciendo que son tan o más importantes que un virus altamente mortal. Pero el virus sigue allí silencioso, camuflado, inadvertido, expectante.
En medio de la crisis política generada por el Coronavirus, tuvimos otra más, acoplada como un armónico que se suma a un ruido blanco. Una conspiración por parte de la casta más reaccionaria y conservadora de nuestro sistema político y que, por suerte, no se ha vuelto popular ni plebeya como en Brasil o Estados Unidos. Este sector reaccionario, aliado a un sector de políticos representantes de mafias plebeyas (las de los madereros ilegales, de los agricultores colonos de la selva, de las universidades combi), lograron hacer un golpe blando al presidente que había hecho de todo para equilibirar la política entre el lobby del virus y el lobby de las grandes empresas (pero sin éxito en términos de salud). ¿Por qué golpe blando? Porque se dio, aparentemente, bajo las propias reglas del sistema político, la Constitución del 93.
Foto: Rodrigo Abad/AP
Sin embargo, el golpe blando fue revertido en las calles del país. Miles de jóvenes, principalmente universitarios, que nunca habían participado antes en marcha alguna, lograron que esta alianza cayera y se colocara otro gobierno de transición, aparentemente más abierto y plural con "la calle" (sic).
Algunos apuntes aquí que pueden valer la pena para explorar. En primer lugar, el virus sigue allí y el nuevo gobierno ha apostado por la misma embajadora política del gobierno de Vizcarra, la médico Pilar Mazzetti, como ministra de salud. Su estilo diplomático es duro, muy desde las políticas públicas de salud, de las que no negocia con extremistas como el coronavirus. En Europa pensaron que se podía negociar con dicho virus y relajaron sus medidas de seguridad. Hoy están apelando otra vez a la ciudad apestada, vigilada, cuidada desde el poder de la medicina pública.
Otro punto es el del uso de las "redes sociales" o servicios de social media como Twitter, Instagram, Tik Tok como plataformas de organización. Vale la pena aquí releer a Zeynep Tufecki y a Biella Coleman, la primera quien escribió sobre la primavera egipcia y el uso de Twitter. Biella Coleman, por otro lado, escribió sobre los hackers y sobre 4chan como plataformas politizadas. Sí, claro, siempre nos va a llamar la atención, en términos generacionales sobre el uso de dichas herramientas, porque básicamente ni las usamos ni las comprendemos. Pero lo que no comprendemos, en realidad, es la nueva sensibilidad popular que se da a través de estas herramientas, los nuevos códigos culturales. No intentemos, por favor, repetirlos porque a nosotros los mayores de 40 años se nos verá impostados. Entendamos más bien que estas no son "plataformas de libertad", sino espacios curados a través de algortimos que así como hoy permitieron la difusión de mensajes contra el régimen ilegítimo de Merino (muchas veces "for the lulz", por el hecho de burlarse del régimen actual, acto también politizado), son los mismos algoritmos los que han permitido muchas veces la difusión de tendencias y mensajes de odio. Hay que tener cuidado aquí con la glorificación de plataformas que permiten lo que se ha denominado "odio gamificado".
Foto: Rodrigo Abad/AP
La historia de las tecnologías digitales y las comunidades políticas no es de ahora. El uso de celulares para contrarrestar la posición del estado con respecto a los delitos de lesa humanidad es algo que ya ha pasado antes. Lo nuevo aquí es el valor agregado cultural de estas generaciones, más cercanas a Bad Bunny, su música, su forma de vestir, sus letras y sus protestas contra el statu quo de Puerto Rico, que con SIlvio Rodríguez y el unicornio inencontrable.
Finalmente, hoy se discute un cambio constitucional. En medio de la crisis política de la COVID, quizá sea motivo también para plantearnos una discusión sobre cómo nos vinculamos con las epidemias, con los cambios en la naturaleza, con el cambio climático. Lo que se dio este año fue una postura de guerra, similar a la que se tuvo contra Sendero Luminoso años atrás. Y el resultado fue muy similar pero en menor tiempo: miles de muertos y una economía destruida. No solamente nuestra infraestructura de salud falló, sino también nuestro sistema político. No estuvimos preparados y no lo estaremos cuando el planeta nos envíe otro elemento que nos obligue a hacer algo, especialmente con nosotros mismos.